El Kibbutz

Kibbutz: colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido dónde alzar la tienda final, dónde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. En la Rayuela, el cielo y la Tierra están en un mismo plano, hay que entrar al cielo a patadas, el zapato patea la piedrita, mirar al mundo a través del ojo del culo, la piedra debe pasar por ahí, llegar al Kibbutz. (Cortázar)

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12/24/2006

Meri Crismas


José Ricardo Báez y Jonathan Torres en nombre de El Kibbutz les desean a sus lectores lo mejor estos días 24 y 31 de diciembre, ya sea que los celebren tradicionalmente o tengan otras ocurrencias. Esperamos pasen unas felices fiestas con sus familiares, amigos, amantes, etcétera y que disfruten de lo que queda de este año 2006 que ¡carajo!, ya se va a acabar. Salgan a las calles, disfruten del abrazo fuerte y bizarro de la noche bogotana, vayan a bares, a iglesias si lo prefieren, bailen, salten, lean, jueguen, corran que Bogotá es para vivirla, Bogotá es chévere. Los esperamos el 2007, un año que se viene con movimiento cultural hasta para regalar, pásenla bueno y disfruten, piensen y opinen, sólo en El Kibbutz.
La foto fue tomada en Villa de Leyva, la llamamos Foto-caligrafía, consiste en abrir el diafragma y el tiempo de obturación, apuntar a un sitio oscuro, y con una linterna hacer las letras mientras la cámara va obturando.

Basura aqi


Breve historia de la navidad
Por: José Báez

Navidad, viene del latín nativitatis, nacimiento. Para los cristianos es el día en que Cristo nació en Belén, y para los que no creen en Cristo es la fecha en que Santa Claus viene a dar presentes. En inglés esta festividad se llama Christmas, o misa de Cristo. En alemán Weihnach, o noche de bendición. Pero antes hay que aclarar que la navidad viene de una fiesta pagana.

Corría el año 325, cuando Arrio, un obispo culto desmitificó la divinidad de Cristo que la iglesia le había otorgado, consiguió sus propios discípulos y difundió la idea de que Cristo no era la expresión de Dios. El arrianismo creció alarmando al Papa Julio I, quien organizó un concilio (como siempre, cuando el Vaticano se siente afectado lo solucionan con concilios y conclusiones inquisidoras a quienes piensan diferente a ellos), el Concilio de Nicea proclamó herejes a los que seguían las ideas de Arrio; pero el problema fue que la idea no terminó con esto. En las calles la gente seguía discutiendo si Cristo era o no Dios, el Papa algo asustado tomó la fiesta pagana romana (se les llama fiestas paganas porque no nacieron del cristianismo, es decir, son fiestas de las civilizaciones antes de cristo) Hagia Fota (Sol invencible), del 25 de diciembre como fecha de nacimiento de Jesús.

Al pueblo le gustaba esa celebración y trasladarla a un nuevo credo no iba a ser un problema en el nuevo imperio que alzaba estandartes con la cruz grabada. Hagia fota era un día en que el crepúsculo duraba más de lo acostumbrado, después del solsticio del invierno, el sol parecía caminar a un suicidio o al fin de su ciclo, pues la luz del día no duraba lo que normalmente debería permanecer, por eso era un día de temprana anochecida, los romanos alumbraban los árboles con velas, y este sería el principio del arbolito de navidad. A este momento le llamaron los romanos Saturnalia (Saturno, dios de la agricultura), ese día era un nuevo inicio de cosecha. Los celtas por su parte, mucho antes que cristo, ya tenían como símbolo la cruz, era la cruz del sol. Significaba su muerte el 21 de diciembre (en el candelario juliano se sumaban 3 días, es decir 24 de diciembre).

La primera evidencia de la celebración de la navidad fue en Alejandría, la fecha era el 25 pachon (20 de mayo). Mientras en Jerusalén aseguraban que el profeta había nacido el 6 de enero. Los Persas, quienes su dios sol llamado Mitra, que se asemeja mucho a la imagen de Jesucristo: su nacimiento fue atestiguado por pastores, hacía milagros, subió al cielo después de resucitar y bajo a encontrarse con sus discípulos, que eran 12 (representando los símbolos zodiacales), también celebraban en el equinoccio. Es curioso observar como los dioses paganos tienen muchas semejanzas con el dios y Mesías cristiano, por eso es lógico pensar que los dioses creados por el hombre deben tener similares características que respondan las necesidades (que según esto son iguales en cualquier parte del mundo) de quienes necesitan creer en fuerzas panópticas que controlan el mundo, y que su vida sólo es un destino que los dioses o el dios desea así.

Por eso Cristo también le llaman, Krishna, Mahoma, y Dios es el mismo Alá o Buda. Sólo que cada creación responde al imaginario cultural de una sociedad. Por eso para los colombianos no puede haber un dios con los ojos rasgados, o para un africano pensar en un dios del talante físico de Zeus, es absurdo. Las religiones tienen mucho en común, por eso las guerras santas no tienen sentido alguno, lo único que vale es la tolerancia. Si se acentúa la diferencia más radical será el conflicto, por eso Israel ataca a Palestina, y estos no piensan dejarse, porque tienen la misma certeza de los Judíos de que ellos serán los vencedores, y se convierte pues en un enfrentamiento cíclico sin fin, por culpa de unas fuerzas intangibles, los dioses.

La navidad se convirtió en una excusa para el consumismo. Papá Noel, Santa Claus, San Nicolás, o Viejito Pascuero, (una invención de Coca Cola), es quien acompaña esta celebración para quienes no son cristianos. Por eso la navidad o natividad (como realmente ha de llamarse) se celebra en todo el mundo, unos celebrando que Jesús nació, otros que Santa llega a dar nuestros regalos anuales. Pero aunque parezca que Santa no tiene un pelo de cristiano, resulta que San Nicolás era un sacerdote cristiano griego muy querido por quienes acompañaron su vida. Nicolás de Mira (o Nicolás de Bari, según otros), su verdadero nombre, nació en Mira (hoy Turquía) y su destino era ser comerciante o sacerdote, la peste se llevó a sus padres y conmovido por la tristeza de su pueblo decidió repartir todos sus bienes y ordenarse como sacerdote. Fue tan bondadoso que fue proclamado santo en Rusia, Turquía y Grecia, y por supuesto, se convirtió en un mito. Decían que él rezando había salvado a unos niños acuchillados, por eso la inclinación hacia los niños. El cuento de los regalos es que el sacerdote le ayudó a un hombre que tenía unas hijas en edad de casamiento, pero no tenía el suficiente dote para casarlas, por lo cual las niñas o deberían dedicarse a la prostitución, o a ser unas solteronas pobres. San Nicolás les quiso ayudar y se escurría por la ventana dejándoles monedas de oro en los calcetines de las niñas, que se secaban en la chimenea. Ya en el 550 después de que hasta los marineros lo declararon su protector, se alzaron templos en nombre del Santo, en Italia y Grecia, más tarde en toda Europa.

Después vino la migración a América por los holandeses, asentados en lo que hoy es Nueva York llevaron sus costumbres, y Washington Irving, escribió una sátira en la que deformó al santo holandés. En 1863, gracias al dibujante Thomas Nast, adquirió la forma del bonachón barbudo con vestimenta roja, que utilizó para unas caricaturas navideñas (ya se celebraba la navidad cristiana). Así fue como Nicolás se convirtió en Santa Claus, que en 1931, la empresa Coca Cola se encargaría de modificarlo y darla una apariencia más humana, muy semejante a un abuelo, incrementando de manera extraordinaria la venta de su producto para navidad.

Espero queridos lectores de Basura aqi que pasen una Feliz Navidad, celebren lo que celebren, es una fecha que sin aparente razón alguna, la gente tiende a comportarse como eso, como gente. Es un mes donde el egoísmo y la discriminación salen por la ventana. En la Primera Guerra Mundial, en la guerra de trincheras, en esta fecha dos batallones de enemigos levantaron sus banderas blancas y salieron a desearse una feliz navidad, jugaron fútbol, sanaron heridos y limpiaron las trincheras (de ahí es de donde digo que la guerra no la hacen los que la combaten). Al final del día se dieron el último abrazo, dijeron feliz navidad y retomaron posiciones en las trincheras.


12/17/2006

Basura aqi



EL ÚLTIMO CARTUCHO

Por: José Báez


Uno de los temas que más me llama la atención y me seduce, es la literatura urbana. Antonio Caballero, Rafael Chaparro, Nahum Montt, Germán Castro, Luis Barros, Mario Mendoza; escritores que utilizan en sus relatos como protagonista al inmenso monstruo que nunca duerme. Personajes, hijos de la ciudad, que se encuentran entre el laberinto asfaltado de la urbe.

En Bogotá, existe uno de esos espacios muy controversiales y utilizado por muchos escritores, El Cartucho, que antes de ser el Parque tercer milenio, era el albergue de mendigos y drogadictos que duraban días abrazados al humo del bazuco, mientras sus caras raídas y mugrientas, los convertía en personajes temibles para cualquier bogotano. Y es que decían que en este sitio se conseguía de todo, heroína, armas, sicarios y hasta un sida. Las canciones de rap mencionaban este lugar como el sitio predilecto para el enfrentamiento del hampa. El Cartucho no desapareció, como nos decía Memo, un rehabilitado que trabaja en el centro, sólo se corrió dos cuadras abajo de la Caracas.

Por eso Bogotá creció con el mito de El Cartucho, un sitio peligroso donde poco o nada se sabía de lo que ocurría allí, siempre oliendo a sangre, y bazuco, a inmundicias, a piel cuarteada y mugrienta, olía a cadenas, manoplas, revólveres y chuzos de las peleas callejeras, a música rap y a muertos que se les llamaba N.N.’s. Un sitio donde no existía ni ley ni dios. Y Bogotá apuntaba con su dedo a la escoria de la ciudad.

Guillermo Bustamante, un escritor que vivió en este lugar, y que nunca creyó en la rehabilitación, pues como él afirma: "Yo era escritor antes de entrar a El Cartucho. Por eso no creo en la rehabilitación, el rehabilitado no escribe". Por eso incansablemente escribe, camina con hojas blancas bajo su brazo, y como si la ciudad fuese esa musa que le susurra al oído, nos relata en su libro El último cartucho, crónicas que traspasan y palpan la humanidad y realidad de El Cartucho.

Según Guillermo, que además de escritor, es miembro del taller literario de la Universidad Autónoma, los que han intentado entrar a El Cartucho no entran ni permanecen, con dos testimonios crudos los periodistas salen contentos a escribir un artículo. Guillermo afirma que esa es la diferencia del periodista y el escritor, "El periodista pregunta, el escritor se pregunta".
Un escritor que hoy camina por las calles de Bogotá, llevando algún libro de sus autores favoritos: Sartre, Heidegger, Jaspers, Moravia, Salinger. También con algún recuerdo de sus amigos los nadaistas, de Gonzalo Arango, quien conoció en Puerto Berrío, su tierra natal. Pequeñas hojas sueltas con sus poemas también yacen en el fondo de su mochila, recordándole que fue ganador del premio Cassius Clay de poesía, que organizaban los nadaistas. Y muchas hojas en blanco que acompañan su marginal soledad, para escribir sobre su hogar, Bogotá.

Con una barba gris, el pelo despeinado que esconde bajo una boina, la chaqueta café y desgastada de un vestido viejo que le recuerda su profesión de escritor y su mochila gastada, donde tiene escondida a toda la ciudad, sus olores, colores, sabores y sus personajes, que en hojas de color crema con olor a nicotina y bazuco, Bogotá se convierte en la tinta que sale de su bolígrafo. Hoy Guillermo nos abre su mochila y nos entrega El último cartucho, un pedacito de sus memorias y experiencias que ha compartido con la capital. Y este dueño de Bogotá, seguirá recorriendo a su musa por la séptima, la décima, la diecinueve o la trece, mientras que la gente que lo ve pasar dice: mire ahí va el literato de El Cartucho.


Touch the Sound

Evelyn Glennie nació en el norte de Escocia y es percusionista. Así como de Bavcar se dice que no ve porque es ciego pero mira porque es fotógrafo, Glennie no oye por ser sorda pero escucha, siente y compone porque es artista. A diferencia de la creencia popular, los sonidos no son sólo percibidos por los oídos sino también y en mayor medida por el cuerpo. Glennie comenzó sus estudios de percusión a la misma edad en que se dio cuenta de que se iba a quedar sorda, por lo que su profesor la instruyó en el arte de escuchar con el cuerpo. Colocando una mano sobre la pared del estudio y sintiendo cómo el instructor golpeaba los timbales o redoblantes supo transformar todo su ser en un gran oído que le permite componer e improvisar ritmos que precisamente por su cercanía con la mayor de las sensibilidades humanas, reflejan sentimientos, percepciones y estados mentales del hombre. Tiene un DVD llamado Touch the Sound que averiguaremos en dónde se consigue para que lo tengan, aunque por ahora la información confirma que únicamente en Estados Unidos y Europa. Mientras tanto, una pequeña muestra de su improvisación y aprovechamiento de los sonidos naturales y el espacio junto con el percusionista Horacio Hernández. Un regalo de navidad de parte de El Kibbutz. Siéntanlo, no lo oigan.




12/16/2006

EDITORIAL

LLEGÓ DICIEMBRE
Ha llegado diciembre y con él los cuatro meses de trabajo de El Kibbutz. Lo que surgió como un blog de divulgación cultural y crítica contextual se ha venido fortaleciendo, eso sí, con descaches y pendejadas. Hemos cometido una y otra vez el error de caer en el debate farandulero y por el deseo de encontrar dragones bajo las piedras muchas veces nos desviamos de la discusión más importante. Sin embargo el trabajo realizado en conjunto con los puntuales y concretos comentarios de ustedes, la vaina va tomando forma y El Kibbutz ya no parece ese peladito mocoso con problemas lingüísticos, ya tiene cara de adolescente y se perfila como un lúcido adulto.

Pensamos que la labor periodística carece de dogmas pues es debido a la práctica y el conocimiento a fondo de los intereses del público que cualquiera que se meta en esta carreta, logra sacar adelante un proyecto tan agarrado de la nada como este blog. Asimismo sería iluso pensar que se busca la mera satisfacción de gustos y deseos de nuestros lectores, la empresa acometida tiene como fin generar compromiso cívico, cultural, social y político en la porción generacional que nos corresponde, la juventud. Este tipo de objetivo podría tomarse como utópico dadas las sinvergüenzadas que cometemos como adolescentes y el importaculismo que invade nuestro diario reflexionar, pero preferimos creer que si uno pulla una ballena con un alfiler, tarde o temprano se quejará. Sí, los periódicos están llenos de mentiras, palabras light y debates inútiles; sí, los noticieros cada vez más se pasan al mundo de la farándula y pronto anunciarán la marca de ropa que utilizan los guerrilleros; sí, la radio se queda en la monótona reproducción de las mismas malas canciones y sólo en determinadas emisoras -que poco a poco van siendo empujadas al Internet- se puede aspirar a escuchar un programa bueno; sí, los periódicos virtuales son demasiado inmediatos y el cubrimiento de la noticia es sandio y breve y sí, los blogs -principalmente los que funcionan sin presupuesto- son espacios donde la mediocridad brilla contenta. Pero ninguna de las anteriores afirmaciones oculta el hecho de que el público sí carece de compromisos, contextos, argumentos, pantalones y demás para generar nuevos ritmos y flujos sociales. Estas faltas en los receptores se debe en gran parte por las mismas falencias de los medios de comunicación, pero tampoco seamos tan miserables que aquí nadie tiene rabo de paja. Un televidente/lector/escucha joven prefiere ver realities, leer "variedades" y escuchar reggetón que estar al tanto de la actualidad nacional en todos sus aspectos, no sólo en la política. La respuesta más común es: "¿Para qué más de lo mismo?" Pues les contamos que ni la guerra, ni la política, ni la cultura ni ninguna de las otras son espectros en constante calma, sus ritmos fluctúan y la indiferencia social debilita la esfera pública y permite el paso a más violencia, más ignorancia, más maricadas.

Por esto el nombre de El Kibbutz, un espacio autónomo en el que se busca la verdad de uno mismo pero sin aspirar a los "ríos místicos" o verdades sublimes y providenciales. Aquí lo que queremos es demostrar los hechos sociales que van marcando "la cosa", porque si nacimos en este suelito es para verlo agrietarse o reformarse, la indiferencia sólo genera más peso para que se divida en segmentos, se aisle la población y en un fatídico momento, todo colapse y la gente que se negó a ver termine preguntando: "juemadre, pero ¿a qué horas?". Pero en el otro lado, nosotros tampoco es que tengamos la verdad absoluta, ustedes han sido testigos de artículos más pasionales que centrados en donde hacemos una cacería absurda a "Uribito" y nos pasamos del límite argumentativo y terminamos diciendo puras falacias. Tenemos la salvedad de que ha ocurrido pocas veces y en verdad agradecemos aquellos comentarios lúcidos por parte suya a retomar las riendas del toro y enfriar la cabecita.

En cuanto a divulgación cultural las cosas son más calmadas porque la cultura es chévere. Les hemos publicado cuanto plan bacano hemos encontrado, unos gratis y otros muy caros, porque sabemos que aunque la economía es terca, de vez en cuando nos vamos de chics y satisfacemos el caprichito de pagar una boleta cara. Por eso nos hemos encargado de que en El Kibbutz haya de todo y para todos. ¿Que nos falta mucha información? ¡Claro! Ni más faltaba, pero eso sí, lo poco que hacemos se logra con esmero y esperamos que este corto tiempo de vida les haya servido así sea para salir a divertirse un fin de semana.

Las columnas Basura Aqi y Vendetta se hicieron con el ánimo de fortalecer la opinión pública, o sea lo que ustedes piensan. Se publican críticas de libros, películas, eventos, actividades, todos encaminados a generar gusto o aversión en sus mentes y ayudarnos entre todos a resaltar lo bonito e insultar lo feo de Bogotá, esto último para que la niña se ponga más hermosa. La conciencia bogotana que estamos tratando de generar no es utópica ni ciega, sabemos que como dijo alguno en una revista Bogotá está en pobreza como Bombay -puede exagerar porque es gringo y lo que no tenga las luces gringas no es bonito-; hay mucha indigencia, desplazados; en arquitectura nos quedamos cortos -así en los últimos 15 años veamos una mejoría sorprendente capaz de ganarse un premio en Venecia-; los servicios de transporte aunque mejoran, aún están muy atrasados, pero a fin de cuentas el clima es de los mejores con lluvias y todo, los planes que hay entre gratis y costosos fortalecen el espíritu cultural y artístico, las ideas cívicas se están despertando, hay campañas esperanzadoras en torno al turismo y la inversión social y no nos digamos mentiras, así nos crean fríos y parcos, los bogotanos la pasamos del carajo. Por favor no vean en estas palabras la absurda defensa de una identidad local sino una tranquila expresión del gusto que nos da compartir experiencias en esta ciudad.

Por todo lo anterior les decimos que si están en Bogotá pueden tener excelentes momentos y que El Kibbutz seguirá trabajando para hacerles llegar los mejores planes y las opiniones que los hagan disfrutar y pensar. Agradecemos su compañía en este breve lapso y aseguramos que si siguen con nosotros, no habrá sino mejoras y mejor comunicación y fortalecimiento de la conciencia social. Sinceramente y sin intereses les demostramos nuestro aprecio, deseamos unas felices fiestas o lo que sea que hagan y esperamos que disfruten, piensen y opinen, sólo aquí, en El Kibbutz.

12/12/2006

Basura aqi


EL CAMINO DE LA FANTASÍA
Por: José Báez

Hoy escribo a varios kilómetros de Bogotá, ya que, como es costumbre en vacaciones suelo irme de viaje. Esperen fotos, porque El Kibbutz se va a trasladar a épocas de la colonia. Bueno, primero que todo felicitar a Gaelito por su incansable labor, pues ya que me encuentro lejos, y en el lugar donde me quedo no hay Internet, la verdad he estado alejado de lo que pasa en el Blog. Felicitándolo pues me encuentro sorprendido por su (hasta ahora novedoso para mí) trabajo como caricaturista. Ha llegado diciembre, y me sorprende ver que este pequeño bebé de tan solo cuatro meses de existencia haya llegado a ser un Blog tan visitado y con un excelente trabajo periodístico, El Kibbutz irá creciendo, y seguro que de aquí saldrá millones de ideas para estos dos periodistas en profesión. Ahora sí dejemos a un lado el sentimiento de estar lejos y al grano con Basura aqi.

Hoy les quiero hablar de La ruta de la fantasía, seguramente han salido a Bogotá (y no sólo en la capital) y se han encontrado con ingeniosos diseños de iluminación para estas navidades. En Bogotá el tema fue la Fantasía. Así que crearon un camino para visitantes y bogotanos los recorran como si fuese un reino de hadas, duendes y reyes; todo apuntando a la festividad más esperada del año, la Navidad, y la magia que irradia por el nacimiento de Jesús, o por la llegada de San Nicolás, o cualquier excusa para darse regalos y reunirse en familia. Lo curioso es que hayan escogido el tema “Fantástico” para la iluminación de la ciudad. Pareciera todo un “vainazo” para la sociedad colombiano, como “al que le caiga el guante…” ¿Fantasía?

El reino se llama El reino de la Paz y adivinen dónde queda el castillo. Sí, en la Plaza de Bolívar, o sea al frente de la Casa de Nariño donde vive Uribito. Y vaya qué castillo el que le pusieron, de luces moradas, azules, amarillas y rojas, mucho más alto que la estatua del Bolívar que le da la espalda al presidente. Pero miren como empieza la historia, es todo un cuento: “En el castillo del Reino de la Paz vive un rey muy noble, sabio e inteligente, quien está muy preocupado por los constantes ataques que le hacen a su palacio los caballeros de la Tierra del Fuego” ¿Y quiénes serán estos? ¿Las FARC?...vaya novedosa forma de enseñar politiquería a los niños.

Pero esperad chiquilines, que la historia continúa: “Un día, cuando quisieron atacar el castillo del Reino de la Paz, descubrieron que estaba protegido por dos dragones guardianes”. Seguro uno de esos se llamaba Bush, y el otro ha de representar las AUC. Y cuenta la historia que el Rey le encantaba ir a los “Arcos Reales, para buscar inspiración, pues allá encuentra colores, olores y formas que son de su agrado y le permiten pensar con tranquilidad y sabiduría” Esa fijo es la finca de los Uribe en Medellín, que por cierto es vecina de la de Salvatore Mancuso. Y continúa la historia hablando de la Dama del lago, de los Sabios Magos, del Hacedor de luz y del Cielo de la esperanza.

Puede que suene fanático, y aburrido. Que cualquier pendejada que hagan le apuntemos a Uribe, bueno pero es que es extraño y no dejo de sorprenderme. Lo que me molestó no fue la idea de implantar una monárquica decoración, digamos épica y medieval para no insultar a nadie. Lo que si me molestó y me fastidió fue eso de Fantasía. Qué, ¿es que nuestro país para vivir bien hay que vivir en la fantasía?, ¿o será que no quieren que nos enteremos de la realidad? Pues ahí nos tienen, en la fantasía del Estado que económicamente ha crecido, y que le espera la Paz, el Reino de la Paz después de las negociaciones con Paras, ELN y FARC.

Las luces quedaron bonitas, para qué, y entre tanto apagón mejor. Están en las plazas y parques más representativos de la ciudad, si anda de mamón y sin nada que hacer vaya y visite el Reino de la Paz porque, parece que nos lo quieren tatuar en la piel, la paz es pura fantasía.

12/11/2006

La Casa de Matacho

Saludos estimados lectores de El Kibbutz, les anunciamos el nacimiento de un nuevo Blog: La Casa de Matacho, que responde a la dirección: http://matacho.wordpress.com. Ya habrán visto ustedes las caricaturas publicadas aquí, por lo tanto sólo queda informarles que en la reciente creación de Gael se publicarán caricaturas mordaces sobre la actualidad política y cultural del país, además de fotografías, videos, etc. Encontrarán el link directo al Blog en el espacio de Links de nuestra página, entren y disfruten con el Matacho.

Matacho

Paseo del Almirante

El Teatro de Cristobal Colón abre sus puertas a cualquiera de ustedes para que conozcan toda la historia que tiene dentro. Hasta el 31 de diciembre el Teatro ofrece visitas guiadas por un costo de $4.000 por persona y a $8.000 si quiere usted hacer recorridos especiales con personajes. Los horarios son: Martes a sábado de 10:00 a.m. a 5:00 p.m. - Domingos 1:00 p.m. a 5:00 p.m.

Cantares desde la Caverna


FACULTAD DE ARTES DE LA UNIVERSIDAD DISTRITAL – ASAB Director: Patricio Vallejo V año de acutación- Montaje de grado.
Sala Principal del Teatro de Cristóbal Colón Jueves 14 de diciembre – 7:30 p.m. Viernes 15 de diciembre – 7:30 p.m. Sábado 16 de diciembre – 7:30 p.m. Entrada Libre
Fecha: jueves 14 de diciembre de 2006 al sábado 16 de diciembre de 2006

FACULTAD DE ARTES DE LA UNIVERSIDAD DISTRITAL – ASAB
Teléfono: 2828272

12/10/2006

Matacho

Matacho

Vendetta


PINOCHET HA MUERTO

Por: Jonathan Torres

Hoy domingo adelanto la publicación de Vendetta para referenciar el suceso más importante para América Latina estos días, la muerte de Augusto Pinochet. Esta mañana leí el artículo "El fin de una era" de Antonio Caballero publicado en Semana, que trata de los extremos opuestos y afinidades entre Fidel Castro y el dictador de facto chileno. Se veía que tanto el utópico comunismo de Castro como la derecha neo-liberal que había predicho Pinochet se encontrarían pronto desprovistos de sus cabezas emblemáticas, lo que no significa de hecho su total desamparo, ya vemos a Raúl Castro y Michelle Bachelet haciendo lo propio. Por lo menos el segundo ya siente lo que pocos aseguraban, tras el infarto de la madrugada del pasado 3 de diciembre el destino de Augusto Pinochet parecía incierto, se creía que fingía estar al borde de la muerte. Hoy, 10 de diciembre, en Santiago de Chile opositores celebran y simpatizantes lloran; yo por lo menos, aunque ni salte ni me queje, sí siento un poco de alivio.

Todos recordamos esa unión fatal que organizara Pinochet en conjunto con el gobierno de los Estados Unidos de nombre "Operación Condor", acción reaccionaria que unía a las dictaduras del Cono Sur para frenar el auge comunista y arrancar de raíz toda posibilidad de oposición. Asimismo tenemos en la memoria el golpe militar del 11 de septiembre del 73 que le costó la vida al presidente socialista Salvador Allende, a quien el general había jurado lealtad como Jefe de Estado y de Gobierno. No es fácil recordar sucesos como la muerte de 2.095 personas, represión a cualquier libertad civil sin dejarse llevar por el fácil rencor y sed de justicia. Pero al pensar en esto resalta la visión que se tiene de los dictadores y su efecto sobre las masas:
son personajes grandes y temerarios, por lo que las sociedades parecen si no amarlos, por lo menos adorarlos en el fuero interno de su conciencia; se debe a la necesidad mesiánica de ser reprendidos, castigados o exterminados por su mala conducta. De ahí que a estos hombres se les trate con honores superiores así se haya demostrado su culpabilidad en determinadas ilegalidades, o las hayan confesado contentos.

Como el dictador finado, que aceptó antes de fallecer toda responsabilidad de lo que sucedió durante sus 17 años de dictadura, y dijo también con un tono más aseverado que no sentía ningún arrepentimiento. El juicio moral y social es complicado, es un perogrullo pero es cierto, su muerte no soluciona las atrocidades cometidas bajo su mandato. Tampoco lo hubiera hecho un proceso concreto en su contra, al que no se logró llegar debido a su repentina descompensación. De todas maneras, si la justicia encargada de llevar a cabo la investigación y de emitir un fallo definitivo hubiese actuado más prontamente, por lo menos por la vía legal se habrían castigado sus crímenes.

¿Qué se puede pensar ahora que el principal culpable fenece y deja tras de sí más de dos mil muertes impunes? La reflexión más sensata es la de optar por desenfocar los odios y rencores en contra de Pinochet y transformarlos en crítica fuerte pero fría y meditada. ¿Con qué objeto? Con el de extrapolar características de estos personajes histriónicos y autoritarios para los cuales el único camino al orden social es el uso de las armas y la desaparición de opositores. Como lo he dicho en Vendettas anteriores, hacerle apología a la muerte es permitirle abrirse paso en el flujo político y social, muerte genera muerte. Si alguien se desgarra las vestiduras ansioso de ver la sangre de algún dictador o de un guerrillero, por poner dos ejemplos comunes, se estaría envistiendo con las mismas prendas de estos personajes y en esa medida sería imposible distinguirlo de cualquiera de ellos. Es bueno tener en la mente la verdad de la causa-efecto antes de pedir la cabeza de un criminal y no se puede ignorar que un asesino no actúa solo ni que su rencor, demencia o motivo no surgen por generación espontánea.

Por lo anterior tampoco se puede ignorar la influencia de los Estados Unidos en movimientos de ultra derecha y exterminación social en América Latina. La potencia del Norte ha metido sus narices en la totalidad de dictaduras derechistas latinoamericanas además de generar proyectos como la misma Operación Cóndor o la Alianza para el Progreso, sin olvidar la Doctrina de Seguridad Nacional, según la cual cualquier ciudadano podría ser considerado como enemigo nacional. No es un secreto, para el caso, que fue la CIA el organismo estadounidense que financió el golpe militar del 73 y dio grandes apoyos tanto económicos como políticos a Pinochet durante su dictadura. Es el principal objetivo de los Estados Unidos que en la porción Sur de América los ideales izquierdistas, comunistas y socialistas no encuentren asidero y se vean destinados a la muerte jurídica y si se pudiera sería preferible, física. Sin embargo los comúnmente llamados gringos ya se dieron cuenta de que los actos belicosos sólo generan bajas para ellos y para su imagen internacional, lo preocupante es que descubren nuevas maneras de ejercer presión sobre los gobiernos latinoamericanos.

Ahora Estados Unidos ha dejado atrás los métodos directos como el Macartismo y se prepara para la alienación de América Latina con recursos diplomáticos y al parecer amistosos, como el Tratado de Libre Comercio. Según éste lo mejor para las naciones de América del Sur es entablar negociaciones y hacer como en la década del 50 del siglo XIX, Respice polum, mirar al norte. Porque según lo estipulado en dicho tratado, las ventajas comparativas fortalecerán a cada uno de los negociantes en su producción autónoma y promoverá la especialización de sus productos. Lo cierto también es que a Estados Unidos no le interesa perder su posición aventajada y dichas ventajas comparativas se ven permeadas por condiciones dominantes y en terminadas cuentas, obstáculos para la economía del país que decida firmar. El punto clave entonces está en reconocer cómo varias naciones latinoamericanas han sabido reconocer a tiempo las verdaderas intenciones de una "alianza" moderada como la que propone Estados Unidos, y prefieren fortalecerse en la oposición al Norte, véase a Chávez, Da Silva, Morales y sáquese de la lista a nuestro presidente, Álvaro Uribe, dispuesto a morderle el hueso a Bush.

Claro que volviendo a Castro, piedra angular de la oposición acérrima al "imperialismo Yankee", su dictadura ha dejado millones de exiliados en sus 50 años; los muertos de su gobierno no han sido contabilizados y su proyecto comunista sólo ha dado resultados satisfactorios, como bien lo afirma Caballero y lo sabemos todos, en los sectores de educación y salud. Muchos caen, otros son juzgados y condenados, Castro juega a que sigue vivo, Pinochet muere repentinamente cuando se pensaba que fingía su enfermedad, y sin embargo, los que en verdad han estado detrás de estas atrocidades siguen impostando el título de Tiranos Mundiales, declarando la guerra a quien les plazca con intereses económicos y políticos, sin que nadie les diga nada.

El debate está abierto, en BBC Mundo se cuestionan el legado de Pinochet, aquí en El Kibbutz nos preocupamos por pensar en la conciencia social, política e histórica de América Latina, para evitar el surgimiento de futuros dictadores, que aunque no se levanten de manera tan egocéntrica, sí tendrán todas las posibilidades para ejercer el poder autoritario desde centros herméticos y sin duda generarán más rencor amordazado. Se recomiendan pasiones controladas, mente fría y ojos bien abiertos.





12/06/2006

El del medio


En este mes decembrino Bogotá se maquilló de pelotas rojas y verdes, y de lucecitas de colores por todas las calles. Se respira un aire cansado, la mayoría de gente escapa de vacaciones de la truculenta ciudad a pasar la Navidad y el Año Nuevo, pero no todos. Y para los que se quedan y los que se van, los invitamos: primero a leer “Bogotá para principiantes” de Antonio Caballero, reconocido periodista, caricaturista y escritor, y a razón de esa crónica publicada en el libro “Así es Bogotá” en 1987, y se atrevan a salir de sus casas, a recorrer a Bogotá, que por estos días se viste de moda y anda de trasnochadora, y se arriesguen a escribir lo que ustedes deseen, cuentos, crónicas, reportajes, poemas, ensayos, lo que quieran. Si no es muy largo el texto, déjenos un comentario en esta entrada; sino mándenos su texto a elkibbutz@gmail.com escogeremos los mejores, que serán publicados en El Kibbutz. Además con el ganador nos pondremos en contacto para entregarle un pequeño regalo. Igualmente esperamos textos de compañeros, amigos o visitantes, que deseen participar en “El del medio”, recuerden este no es sólo un espacio nuestro.

Bogotá para principiantes
Por: Antonio Caballero

Tal vez sea cierto que, en tiempos, Bogotá era una ciudad fea y fría, sombría y gris, de dejos lívidos que dejaban caer una lluvia incesante sobre muchedumbres sórdidas vestidas todas de negro. Pero los bogotanos, que son muy pocos entre los cinco millones de habitantes que tiene la ciudad, no la han visto jamás de esa manera. Esa visión siniestra no es más que el resquemor de la provincia: “ No hay derecho: estos cachacos además de vivir en Bogotá, la hicieron en el sitio más bonito de Colombia”. Y es por eso que la palabra “cachaco” es un elogio en Bogotá y en el resto del país es un insulto...

¿Fea Bogotá? Tiene, sin duda, esa fealdad monótona de las grandes ciudades: pero nadie juzga la belleza de Londres por sus calles y calles y calles de casas proletarias negras de hollín y de tristeza y atravesada sólo por el estruendo de los trenes subterráneos –o, en el más favorable de los casos, elevados-; ni la de Leningrado pro sus panales grises de alcohol y hastío. Y tiene también, sin duda, la fealdad pintoresca y horrible de la pobreza absoluta, como Río o Calcuta: barriadas miserables de infancia abandonada y aguas negras. Pero esas son fealdades, digamos, estadísticas: cinco millones de habitantes bastan y sobran para hacer espantosa a París y a Estambul, a El Cairo y a Chicago. Y es posible encontrar en Bogotá, también eso es verdad, llagas particularmente repulsivas causadas por las autoridades municipales (que en su caso se llaman distritales): pero la acción destructora de esa cosa terrible con ese horrible nombre –autoridades municipales- no la resiste indemne ni siquiera Venecia.

Fuera de es: ¿fea Bogotá? Una ciudad aérea que se encarama a las cumbres de la cordillera y se asoma al espejo verde pálido de la sabana, como quien se mira en las aguas de un lago. La sabana es ancha y apenas ondulada, cuadriculada por hileras de eucaliptos y sauces, acribillada de vacas y ciclistas. Más arriba de la barrera encrespada de los cerros, los cielos bogotanos son luminosos como plata bruñida, o despiden el fulgor húmedo y apagado del estaño, o son de un frágil, tenso azul mineral, por el que navegan lentas nubes de acero como buques de guerra, incandescentes en todas las aristas. Cuando llueve –pues es verdad que llueve: lloviznas flojas de páramo que ponen a brillar una gota de agua en el filo de cada hoja de árbol, en la punta de cada brizna de hierba; o súbitos diluvios titánicos que convierten el estadio de fútbol y la plaza de toros en lagos erizados de miles paraguas negros y relucientes; o granizadas que arrasan los geranios y dejan los jardines crujientes de blancura-, cuando llueve, Bogotá se prepara para el sol que vendrá: pues no es una ciudad como hay tantas, en la que salga el sol una vez todo los días, sino que sale varias veces. Sale, temprano, por el cielo verde de los cerros todavía negros y nocturnos; o rompe a media tarde entre jirones destrozados de nube. Y ese sol restallante y metálico de los cuatro kilómetros de altura que lame y acaricia los colores, aviva el rosa oscuro del ladrillo y el rojo pardo de la teja, lava los negros, como capas de agua sobre agua en el mar. Es un sol deslumbrante, pero siempre discreto. Como debió ser concebido el sol en un principio: para calentar al sol y refrescar a la sombra, sin los excesos de sol de la tierra caliente, sin el sudor ni el polvo; que no sofoca ni aplasta ni destruye, sino que se dedica a dibujar con calma sombras azules sobre los prados verdes.

Una ciudad gris, decían: mortecina, de gente de sombrero y ropa tiesa de paño. Pero lo cierto es que el gris de Bogotá es solamente un recurso estético para hacer que resalten los colores, como en los cuadros de Velásquez. Toda la gama de los verdes y rabiosos. Los azules eléctricos y los rosados soachas: no es un azar si el matiz más estridente que es capaz de rendir el rosado ha sido bautizado con el nombre de Soacha, ese suburbio pueblerino que tiene Bogotá por el lado del sur. Porque es la nuestra una ciudad de colores intensos y temibles, impúdicos, obscenos en la luz cruda y dura de la alta montaña. Colores rechinantes en las paredes de los billares del centro y en los pantalones de las quinceañeras del norte, colores ásperos y sin curtir, de violencia desnuda: verdes biches y amarillos chillones en las ropas deportivas de las ciclovías de domingo, naranjas fuerte, índigos y morados, en las ruanas fosforescentes de las marchantes de la plaza de mercado o de celadores nocturnos de escopeta. Bogotá tiene todos juntos y revueltos, los colores de todas las frutas que venden en carretas en todas sus esquinas: aguacates y mangos, naranjas, guayabas, piñas y granadillas, plátanos y mamoncillos, chirimoyas, mandarinas, cerezas, curabas, papayas, patillas, pitahayas, zapotes, uchuvas, nísperos y ciruelas y limas y feijoas y detrás, los tonos mansos temperados de las peras de agua, las manzanas chilenas, los albaricoques importados, los limones amarillos y las hojas de menta. Hay ciudades doradas, como Roma, o plateadas, como París. Bogotá, donde el paso de la historia no ha tenido tiempo para apagar los tonos y difuminar las tintas, revienta simultáneamente en todos los colores que tiene el arco iris. Cualquiera de esos arco iris que, como por ensalmo, asoman por las tardes después del aguacero en el boquerón de Cruz Verde o en las sierras del Chicó.

Y ese mismo desorden, ese abigarramiento sin control, tiene también en Bogotá la flora, la arquitectura, la fauna urbana. Es una ciudad hecha de mil barrios que han ido edificándose a ciegas, y de oídas, al capricho de los aluviones de inmigración, de las influencias contradictoras del azar y el recuerdo. Barrios de casas sólidas de la Nueva Inglaterra, de altas casas rojas de inspiración vagamente holandesa, o quizá tirolesa, de casas blancas y bajas de estilo colonial californiano. Casas de muchos patios abiertos al ventisquero del páramo, de teja de barro y balcones de madera torneada, y pequeños castillos de Loira con cucuruchos grises de teja de pizarra, y terrazas romanas con palmera y con loggia, y empinados tejados finlandeses para las grandes nevadas de la noche polar, y fachadas antillanas de filigrana de hierro pintadas de colores, y columnatas de columnas dóricas, jónicas y corintias, con volutas de laurel y de acanto, labradas en la piedra. Palacetes franceses del siglo XVII. Rascacielos de vidrio de aspecto panameño. Ranchos tejanos. Cortijos andaluces. Caserones republicanos. Refugios alpinos. Pabellones de caza de los Cárpatos. Jardines japoneses con puentecillo de bambú en cemento armado y enanos de Walt Disney a la sombra de grandes hongos de metal colorado. Espadañas de calicanto, áticos de ladrillo, torreones de piedra, tugurios de cartón y lata corrugada. Patios de Córdoba con fuente y azulejos, mansardas de París, búnkeres de Berlín, mezquitas de Bagdad, pagodas de la China, sinagogas de Miami, templos de Kayak, mastabas babilónicas, casas de campo inglesas traídas desde Surrey con zorros y caballos y encajadas entre un coliseo cubierto y un multicentro comercial con parqueadero subterráneo y galería de cristales para el café vienés.

Y todo esto no para ahí para siempre, sino que cambia cada noche, y cada día es distinto. Todo es provisional. Mientras escribo, en torno, en Bogotá –en lo que hace unos momentos era esta Bogotá que aquí describo- todo el tejido urbano está cambiando inexorablemente, como una cosa viva. Una de esas casas republicanas o californianas o inglesas está siendo derribada para abrir campo a un edificio de apartamentos de lujo con garita de guardia para los celadores y parqueadero para los visitantes. Ya está desentejada, y las volquetas de escombros arrasaron ya el jardín con su rosal amarillo y sus surcos de hortensias azules, y un cerezo. Cuando terminen de caer los muros del traspatio de podrá ver, erguido entre el polvo y las ruinas, el extraño tronco encorvado de un papayuelo agrio, irrepetible como un árbol marciano; pero que será de inmediato reemplazado por algo más de moda, como un amarrabollos, o un sietecueros, o un magnolio.

A través de ese cambiante casco urbano, y sorteando las zanjas abiertas en las calles por las empresas de servicios públicos, contorneando conjuntos residenciales cerrados con calles ciegas custodiadas por guardianes privados, evitando los barrios de invasión, ignorando el parpadeo sin orden de los semáforos, circula por toda la ciudad la masa de sangre de la vida. Muchedumbres en mangas de camisa, en chalecos antibalas, en abrigo de piel, buses rojos y azules que reciben el nombre de buses amarillos, busetas incendiadas, tractomulas de veinticuatro ruedas cargadas de flores o de armas o de caballos de polo o de carreras, carretas de mano y zorras tiradas por caballos cargadas de basura o de leña. Mercedes blindados seguidos por bandadas de guardaespaldas, vendedores de lotería y de cigarrillos de contrabando, buses de niños de colegio o de músicos de la orquesta sinfónica, carros de salineras empujados por ancianos de ruana y alpargates. En los atascos, u niño pobre ofrece por la ventana de los automóviles detenidos un manojo de apretado de florecitas de monte y hojas duras de arrayán, envuelto en una hoja peluda y mojada de rocío de frailejón del páramo. Y es el atasco, más que el movimiento, el modo de circulación de Bogotá. A causa de la lluvia, que desborda las quebradas y convierte las calles en torrentes hasta cegar con piedras y troncos arrancados al monte al paso de vehículos. O de la larga cola lenta de un entierro elegante. O de un grupo de teatro callejero que ocupa todo el ancho de la calle. O de la marcha de protesta de un sindicato ilegal. O de la acumulación infranqueable de vendedores ambulantes de relojes o empanadas, de libros de Vargas Vila y Mao Ze-dong y números antiguos de Playboy y Selecciones, de mantas ecuatorianas, de cuadros primitivistas, de seviches de camarones del Pacífico y de ostras de la Ciénaga.

Y cualquier cosa puede estar sucediendo allá adelante, más allá del atasco. Un atraco bancario. O la presentación de un baladista argentino, la fiesta de cumpleaños de un mafioso. O el asalto a la catedral primada por un comando guerrillero, la captura del elefante escapado de un circo, el entierro de un torero, el linchamiento de un carterista, la instalación formal del Parlamento, una tormenta de tierras para un barrio pirata o la inauguración de un nuevo parque para los enamorados o de un templete eucarístico para las conferencias episcopales o de un circuito de MotoCross o de de un hipódromo, una erupción volcánica o la visita de un Papa. Son cosas que en Bogotá suceden casi todos los días. Una vaca pasta indiferente en el separador de la avenida, un albañil de casco de plástico amarillo duerme la siesta o retoza con la novia en medio del fragor de los carros que pitan, de la gritería de los payasos en zancos que anuncian las rebajas, del estruendo de cobres y vientos y tambores de la banda de guerra del batallón guardia presidencial que ensaya el himno nacional, en medio del aroma penetrante y complejo de gasolina quemada, de dulce derretido del algodón de azúcar, de grasa caliente de fritanga, de sudor de esperanza de los peregrinos que trepan de rodilla sal santuario milagroso del Señor de Monserrate para pedirle una gracia. Son cosas que suceden en Bogotá todos los días, y que a nadie sorprende.

No es una ciudad seria. No puede serlo, una ciudad en la que crecen codo a codo los eucaliptos y las palmas de cera, en la que el papel sellado se vende en las salsamentarias, los insumos agrícolas en las notarías de circuito, el aguardiente en las ferreterías. Una ciudad que tiene tantos billares como juzgados, y más universidades que las que caben en toda la Europa Occidental, de Praga a Oxford, pasando por París y Padua y Salamanca. Una ciudad en la que se cambia de clima y de época cuando se cambia de barrio, en la que coexisten las peleas de gallos y la escenografía, y que está circundada por una carretera que avanza serpenteando al filo de los cerros entre encenillos y retamas, arrayanes y uchuvos silvestres, para estrellarse contra el tronco de un árbol donde esperan piratas tan feroces como los que hace un siglo merodeaban en los mares de Java.

Si una ciudad así tiene fama de aburrida y envarada y solemne, la culpa no es suya. La culpa es de sus gobernantes, que nunca son de aquí, sino que vienen de los llanos, de la costa del Caribe, de las zonas cafeteras de la cordillera Central. Porque Bogotá, desde que fue fundada hace ya cuatro siglos y medio por un granadino de España, ha hecho siempre traer sus alcaldes de otra parte.

12/04/2006

Video

La seducción de Bogotá nocturna. Por ColombiaLink.com.


12/03/2006

Vendetta


LA REVELACIÓN DE SARA
Por: Jonathan Torres

A Colombia llegó con el nombre de La revelación de Sara la película de título original: Grbavica. Con la dirección de Jasmila Žbanić y la asociación de los países Austria, Bosnia-Herzegovina, Alemania y Croacia se presenta una producción viva y honesta, espejo de la realidad del Sarajevo de la postguerra. Sin pretensiones epopéyicas ni por demás belicosas, rostros y tristezas de las mujeres que perdieron a sus maridos y que sufrieron en carne propia las injusticias de una guerra acompañan a Esma (Mirjana Karanović) en la búsqueda de 200 euros para poder pagarle a su hija Sara (Luna Mijović) un viaje escolar.

La niña de doce años está orgullosa por creer que su padre es mártir de guerra, por lo que no tiene que pagar dinero alguno para la excursión, sólo necesita presentar al colegio el certificado que lo ratifique. Este simple hecho desencadena varios conflictos que exigen de los personajes reacciones nada más que humanas. Ver el llanto, desespero, alegría y en fin, rebusque en la película despierta un gran interés en quienes compartimos realidades de conflicto con el contexto abordado. Los personajes sueñan sin decirlo, sufren aguantando ante las cámaras, sus bocas se niegan a expresar el amasijo de tristezas que crece en su interior, como cualquiera de nosotros. Lo mejor de ir a ver Grbavica es encontrarse con una visión directa y sin hipocresías del ser humano, es un ejercicio de introspección honesto y sin mayores intereses que el efecto espejo en sí. Para conocer nuestras facetas no es necesario presenciar cadáveres ni asesinatos, las historias basadas en la guerra que se limitan a mostrar armas abarcan el aspecto más fácil y frívolo del fenómeno; son las emociones, traumas, secuelas y reflexiones sobre la guerra misma lo que debería interesar a los cineastas actuales, ya estamos un poco cansados de ver el tanque andando sobre cuerpos de hule.

Para nadie es un secreto que las mejores producciones cinematográficas son aquellas que no olvidan que sus personajes son seres vivos, que van al baño. Eso es lo que a mí por lo menos, me produce más placer cuando pago por ver. Bien lo decía Cortázar, la realidad tiene más elementos mágicos que la misma fantasía, por lo que la ficción se torna demasiado inverosímil al lado de una historia como la de Esma y Sara, que viven en torno a un secreto que poco a poco es revelado en un momento tan solemne como cualquier canto épico pueda haber narrado jamás, pero mucho más sencillo y menos adornado.

Vaya a ver Grbavica: La revelación de Sara convencido de no encontrar héroes ni proezas, sepa cómo vive un pueblo después de una guerra y conozca de lo que es capaz el hombre, quien en estos momentos parece estar cobrando su valor de nuevo, a pesar de todo.




12/02/2006

LEÓN DE ORO


¿La de la foto le parece París, Londres, Nueva York? Esta imagen no es otra que nuestra hermosa Bogotá, cuya arquitectura la hizo merecedora del premio León de Oro en la X Bienal de Arquitectura de Venecia. No vamos a tapar el Sol con un dedo, ni a decir que Bogotá es lo mejor del mundo, pero qué carajos, hay que estar orgullosos. El premio lo recibió por sus transformaciones sociales, económicas y culturales, y por los proyectos urbanos y arquitectónicos de los últimos 15 años.
A partir del Primero de diciembre y hasta abril del año 2007 usted, bogotano, podrá dirigirse al Museo de Bogotá, ubicado en el Planetario, para apreciar la exposición con la cual participó la ciudad en la Bienal ya mencionada. El costo de la entrada es de tan solo $2.000.
EL SIGUIENTE TEXTO ES EL PRIMER PANEL QUE INTRODUCE A LOS VISITANTES A LA EXPOSICIÓN BOGOTÁ LEÓN DE ORO y FUE EL MISMO QUE SE PRESENTÓ EN LA BIENAL DE VENECIA*.
BOGOTÁ

El orgulloso renacimiento de una ciudad. Y Tú, ¿ qué sabes de Bogotá?

Bogotá ha experimentado en los últimos 15 años un notable renacimiento que ha transformado radicalmente la ciudad, antes conocida por sus altas tasas de criminalidad, embotellamientos de tránsito, privatización de los espacios públicos y una ausencia de cultura ciudadana. Una política integrada, que incluye varios megaproyectos, como la promoción de la cultura ciudadana y la inclusión social_ todas lideradas por una serie de eficientes alcaldes que han producido una impresionante transformación de la ciudad.

La evolución urbanística de Bogotá, en los tiempos modernos, ha incluido múltiples iniciativas de planeación, particularmente durante la primera mitad del siglo XX.

Reformas de gran alcance- incluyendo la descentralización administrativa, fiscal y política- fueron introducidas al ser aprobada la Constitución de 1991. Bogotá aprovechó ampliamente las oportunidades que presentaban estos cambios con una sucesión de alcaldes que introdujeron novedosas prácticas de administración, que iban más allá de la planeación tradicional, lo que dió como resultado una redefinición de la ciudad y sus ambiciones.

La mejora en la calidad de vida llevó al aumento de confianza pública en la administración de la capital. Los bogotanos ahora admiran y quieren a su ciudad, y tienen profundos deseos de compartir su progreso, y las lecciones que aprendieron con otras ciudades de la región y del mundo.
* Tomado de la página de eventos del IDCT.

12/01/2006

Basura aqi


Circos sí, pero sin animales
por: José Báez

Bogotá se llenó de carpitas de colores, que anuncian al “hombre oruga” al “chimpancé conductor”, “la mujer manguera” o cualquier imagen bizarra que se les pueda pasar por la cabeza. Los circos han aparecido de nuevo en Bogotá en lotes abandonados o destruidos, por ejemplo, el Circo Royale, Los Hermanos Gasca… en fin pareciera que es un buen plan ir a circo en Bogotá. Pero no, no lo es, después de darnos cuenta de lo fatídico y lamentable que resulta ir a un espectáculo creado por y para imbéciles...

El circo nació desde los griegos y los romanos, y no era lo que hoy significa circo, payasos, bombas, colores, felicidad. ¿Recuerdan qué era el circo romano?, era un coliseo donde unos imbéciles aplaudían mientras botaban a seres humanos a los leones y se los devoraban al unísono de aclamaciones al cesar y gritando vivas al imperio Romano. Claro, ahora es al revés, los leones son los que son arrojados a la arena para que algún mentiroso los golpee con látigos o shocks eléctricos. Vaya cómo cambia la historia.

Bueno pero el problema no está ahí. Yo no estoy en contra de los espectáculos circenses, es más, me parecen maravillosos, ¿Quién no se ha deleitado viendo por televisión o en Maloca al Cirque du Solei? Artistas verdaderos que en un juego de luces, movimientos y música crean ese ambiente onírico preciso para un circo. Por lo contrario en Bogotá, Raúl Gasca grita aplausos a Panchito, un mono que monta moto, mientras en la otra mano aprieta fuertemente el castigo por desobediencia. Saluda al público Jaimito, el Oso que baila el Pirulino con sonrisa fingida aplica dolor y el oso se mueve como Pedro Coral.

El circo en ningún momento puede volverse otro espacio similar a la plaza de toros, llenas de elitistas colombianos, que poco o nada entienden, simplemente van a tomarse una botella de manzanilla junto a los amigos de toda la vida de reconocidos apellidos, disfrutando el deleite de dolor y sangre de los animales. ¡No!, el circo no puede ser eso, el circo tiene que ser una mezcla entre música de Emir Kusturica y su No Smoking Orchestra, malabares, saltimbanquis, colores, maquillaje, sonidos, aplausos, olores, figuras, saltos, movimientos, amor, surrealismo. Es el circo, para mí, un espacio más de la conciencia para escapar del mundo real, enfrentarse a la hermosura del arte, de la ausencia de lógica, de gritos y estallidos rabiosos de felicidad.

Recuerdo la canción “El oso”, una historia de soledad y celdas en la ausencia de libertad de un oso que es llevado al circo. Un tigre viejo le decía al oso, confórmate, nunca falta el techo ni la comida, pero el oso no deseaba su bienestar, su cuidado, amaba el verde de la libertad. Escribo esto para que ustedes queridos lectores, no apoyen este tipo de espectáculos que incentivan (especialmente en los niños) el maltrato animal, como si fuese este un deleite cultural propio de una ciudad como Bogotá. Los invito a que visiten http://www.adacolombia.org/ página Web de la Asociación Defensora de Animales, y apoyen las campañas por medio de su firma, pues los anímales maltratados no están solos en Bogotá. Ojalá todo terminara como la canción, “Ahora piso el verde de mis bosques, otra vez el verde de la libertad, estoy viejo pero las tardes son días, vuelvo al bosque, estoy contento de verdad lalalarala…”

 
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