El Kibbutz

Kibbutz: colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido dónde alzar la tienda final, dónde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. En la Rayuela, el cielo y la Tierra están en un mismo plano, hay que entrar al cielo a patadas, el zapato patea la piedrita, mirar al mundo a través del ojo del culo, la piedra debe pasar por ahí, llegar al Kibbutz. (Cortázar)

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5/06/2007

Cenotafio

En la foto: Iggy Pop (izquierda), Tom Waits (el otro)


Coffee and Cigarettes

Por Jonathan Torres

En Vendetta se reseñaban películas de alto presupuesto que por su frescura costaba comentar y se convertía en un mercado de ventas al por mayor que tal vez fuera bochornoso para los lectores. Esto no quiere decir que deje de hacerlo, sin embargo, he optado por hablar de largometrajes que posiblemente ustedes ya han visto, lo que se presta para una conversación más calmada; y si todavía no lo han hecho, pues aquí va una invitación modesta.


En 1986 el programa de televisión Saturday Night Live encargó a Jim Jarmusch, director de cine, que hiciera un corto, del cual salieron varias escenas de lo que en el 2003 sería el largo Coffee and Cigarettes (Café y cigarrillos). Muy al estilo de Jarmusch, y se puede comprobar en películas como Broken flowers (Flores rotas) o Night on Earth (Una noche en la Tierra), no pasa absolutamente nada. Pero esta afirmación se cae por su propio peso al confirmar que pasa de todo; detalles imperdibles, frases que parecen inútiles pero cargadas de sentido, primeros planos desafiantes y sobretodo, un elenco que sorprende y agrada. Me atrevo a decir que Jarmusch se encuentra influenciado por la visión muy urbana y de carretera de Jack Kerouac, Henry Miller o incluso William Burroughs, de ahí que sea tan amigo del excelente músico y compositor Tom Waits, quien le ha compuesto la banda sonora de varias películas y actúa en una de las escenas de ésta (Somewhere in California).

¿Qué es Coffee and Cigarettes? Es una explicación de por qué es tan rico sentarse a hablar con alguien -conocido o no- con cafeína y nicotina como acompañantes. Ya lo decía Sade, hay cosas en la vida que sólo funciona cuando están debidamente lubricadas. Los que no beban ni fumen, no tienen por qué verla, pues no comprenderían la razón por la cual Jarmusch dedica once escenas para mostrar a gente compartiendo el vicio.

Burroughs dijo: "En el mundo no hay lugar más tedioso que Norteamérica", lo plasmó en sus libros y Jarmusch lo evidencia en sus películas. Estados Unidos es el país más frío y amarillo del planeta, en términos de tonos metafóricos y existenciales. Los colores de la película -es toda en blanco y negro- resaltan a través de las conversaciones, la manera en que los personajes actúan, el decorado, se trata de un ambiente taciturno que de no ser precisamente por el café y los cigarrillos, induciría a cualquiera al suicidio. Ahora bien, esto no quiere decir que la película sea una crítica a los gringos, lo sabroso de todo es que su sentido se puede extrapolar a cualquier contexto, de hecho hay una escena en París. Esto interesa en la medida que se denuncia la modorra humana, que no discrimina cultura ni lugar.

Además, se trata de una práctica si bien no convencional, muy cotidiana entre quienes la disfrutan, nadie se acuerda de las veces en que ha salido desparchado a tomarse un café con otra persona; el hecho es que Jarmusch logra que algo tan usual adquiera otra significación, sin rayar en trascendentalismos idiotas. Lo que importa es que es una película excelente que trata sobre temas banales. Es más bien algo así como los poemas de Bukowski, un pájaro azul atrapado en el pecho de un ebrio que en esta ocasión tiene permiso de salir. El mejor momento para mí es cuando en la escena final, uno de los viejos en descanso de la armería recuerda la cita que escenas atrás mencionara Jack White -miembro de White Stripes-: "La Tierra es un conductor de resonancia acústica", original de Nikola Tesla y a través de las vigas del edificio viejo comienza a sonar, o mejor, a resonar, I've lost track of the world, de Mahler -de hecho "resuena" antes que el anciano recite la frase, pero en términos conceptuales el orden comprensible es como lo he expuesto-. Hace pensar en la figura de Julio Cortázar o en los escapes surrealistas de Miller en Broadway.

Es del tipo de cine minimalista que satisface con guiños perceptibles por un ojo atento y en últimas, por sensibilidades dispuestas a encontrar a Dios en la basura, en un callejón o en una cafetería. Es el dios urbano el que se busca, algo así como el realismo sucio del que habla Mendoza, nada de recintos barrocos ni producciones cinematográficas rimbombantes, vodeviles creados pretenciosos o exhibicionistas baratos. Jarmusch detesta que lo llamen "independiente", pero su obra, menos mal, sí tiene mucho que no ver con el cine de Hollywood, así en esta película se encuentren: Cate Blanchett, Bill Murray, los hermanos White, GZA, RZA, Alfred Molina, Steve Coogan y otros igual de famosos, pero excelentes. Muy al juego sartreano, son uno mismo sentados en un bar consumiendo café y cigarrillos.

Para aquellos amantes del vicio y quienes no lo amen pero lo necesiten, sería bueno que consiguieran esta película, les aseguro que a la mitad -si no antes- les entrarán ganas de correr a una tienda con un amigo o cualquier desconocido.

En la foto de izquierda a derecha: GZA, RZA, Bill Murray




 
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