El Kibbutz

Kibbutz: colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido dónde alzar la tienda final, dónde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. En la Rayuela, el cielo y la Tierra están en un mismo plano, hay que entrar al cielo a patadas, el zapato patea la piedrita, mirar al mundo a través del ojo del culo, la piedra debe pasar por ahí, llegar al Kibbutz. (Cortázar)

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12/10/2006

Vendetta


PINOCHET HA MUERTO

Por: Jonathan Torres

Hoy domingo adelanto la publicación de Vendetta para referenciar el suceso más importante para América Latina estos días, la muerte de Augusto Pinochet. Esta mañana leí el artículo "El fin de una era" de Antonio Caballero publicado en Semana, que trata de los extremos opuestos y afinidades entre Fidel Castro y el dictador de facto chileno. Se veía que tanto el utópico comunismo de Castro como la derecha neo-liberal que había predicho Pinochet se encontrarían pronto desprovistos de sus cabezas emblemáticas, lo que no significa de hecho su total desamparo, ya vemos a Raúl Castro y Michelle Bachelet haciendo lo propio. Por lo menos el segundo ya siente lo que pocos aseguraban, tras el infarto de la madrugada del pasado 3 de diciembre el destino de Augusto Pinochet parecía incierto, se creía que fingía estar al borde de la muerte. Hoy, 10 de diciembre, en Santiago de Chile opositores celebran y simpatizantes lloran; yo por lo menos, aunque ni salte ni me queje, sí siento un poco de alivio.

Todos recordamos esa unión fatal que organizara Pinochet en conjunto con el gobierno de los Estados Unidos de nombre "Operación Condor", acción reaccionaria que unía a las dictaduras del Cono Sur para frenar el auge comunista y arrancar de raíz toda posibilidad de oposición. Asimismo tenemos en la memoria el golpe militar del 11 de septiembre del 73 que le costó la vida al presidente socialista Salvador Allende, a quien el general había jurado lealtad como Jefe de Estado y de Gobierno. No es fácil recordar sucesos como la muerte de 2.095 personas, represión a cualquier libertad civil sin dejarse llevar por el fácil rencor y sed de justicia. Pero al pensar en esto resalta la visión que se tiene de los dictadores y su efecto sobre las masas:
son personajes grandes y temerarios, por lo que las sociedades parecen si no amarlos, por lo menos adorarlos en el fuero interno de su conciencia; se debe a la necesidad mesiánica de ser reprendidos, castigados o exterminados por su mala conducta. De ahí que a estos hombres se les trate con honores superiores así se haya demostrado su culpabilidad en determinadas ilegalidades, o las hayan confesado contentos.

Como el dictador finado, que aceptó antes de fallecer toda responsabilidad de lo que sucedió durante sus 17 años de dictadura, y dijo también con un tono más aseverado que no sentía ningún arrepentimiento. El juicio moral y social es complicado, es un perogrullo pero es cierto, su muerte no soluciona las atrocidades cometidas bajo su mandato. Tampoco lo hubiera hecho un proceso concreto en su contra, al que no se logró llegar debido a su repentina descompensación. De todas maneras, si la justicia encargada de llevar a cabo la investigación y de emitir un fallo definitivo hubiese actuado más prontamente, por lo menos por la vía legal se habrían castigado sus crímenes.

¿Qué se puede pensar ahora que el principal culpable fenece y deja tras de sí más de dos mil muertes impunes? La reflexión más sensata es la de optar por desenfocar los odios y rencores en contra de Pinochet y transformarlos en crítica fuerte pero fría y meditada. ¿Con qué objeto? Con el de extrapolar características de estos personajes histriónicos y autoritarios para los cuales el único camino al orden social es el uso de las armas y la desaparición de opositores. Como lo he dicho en Vendettas anteriores, hacerle apología a la muerte es permitirle abrirse paso en el flujo político y social, muerte genera muerte. Si alguien se desgarra las vestiduras ansioso de ver la sangre de algún dictador o de un guerrillero, por poner dos ejemplos comunes, se estaría envistiendo con las mismas prendas de estos personajes y en esa medida sería imposible distinguirlo de cualquiera de ellos. Es bueno tener en la mente la verdad de la causa-efecto antes de pedir la cabeza de un criminal y no se puede ignorar que un asesino no actúa solo ni que su rencor, demencia o motivo no surgen por generación espontánea.

Por lo anterior tampoco se puede ignorar la influencia de los Estados Unidos en movimientos de ultra derecha y exterminación social en América Latina. La potencia del Norte ha metido sus narices en la totalidad de dictaduras derechistas latinoamericanas además de generar proyectos como la misma Operación Cóndor o la Alianza para el Progreso, sin olvidar la Doctrina de Seguridad Nacional, según la cual cualquier ciudadano podría ser considerado como enemigo nacional. No es un secreto, para el caso, que fue la CIA el organismo estadounidense que financió el golpe militar del 73 y dio grandes apoyos tanto económicos como políticos a Pinochet durante su dictadura. Es el principal objetivo de los Estados Unidos que en la porción Sur de América los ideales izquierdistas, comunistas y socialistas no encuentren asidero y se vean destinados a la muerte jurídica y si se pudiera sería preferible, física. Sin embargo los comúnmente llamados gringos ya se dieron cuenta de que los actos belicosos sólo generan bajas para ellos y para su imagen internacional, lo preocupante es que descubren nuevas maneras de ejercer presión sobre los gobiernos latinoamericanos.

Ahora Estados Unidos ha dejado atrás los métodos directos como el Macartismo y se prepara para la alienación de América Latina con recursos diplomáticos y al parecer amistosos, como el Tratado de Libre Comercio. Según éste lo mejor para las naciones de América del Sur es entablar negociaciones y hacer como en la década del 50 del siglo XIX, Respice polum, mirar al norte. Porque según lo estipulado en dicho tratado, las ventajas comparativas fortalecerán a cada uno de los negociantes en su producción autónoma y promoverá la especialización de sus productos. Lo cierto también es que a Estados Unidos no le interesa perder su posición aventajada y dichas ventajas comparativas se ven permeadas por condiciones dominantes y en terminadas cuentas, obstáculos para la economía del país que decida firmar. El punto clave entonces está en reconocer cómo varias naciones latinoamericanas han sabido reconocer a tiempo las verdaderas intenciones de una "alianza" moderada como la que propone Estados Unidos, y prefieren fortalecerse en la oposición al Norte, véase a Chávez, Da Silva, Morales y sáquese de la lista a nuestro presidente, Álvaro Uribe, dispuesto a morderle el hueso a Bush.

Claro que volviendo a Castro, piedra angular de la oposición acérrima al "imperialismo Yankee", su dictadura ha dejado millones de exiliados en sus 50 años; los muertos de su gobierno no han sido contabilizados y su proyecto comunista sólo ha dado resultados satisfactorios, como bien lo afirma Caballero y lo sabemos todos, en los sectores de educación y salud. Muchos caen, otros son juzgados y condenados, Castro juega a que sigue vivo, Pinochet muere repentinamente cuando se pensaba que fingía su enfermedad, y sin embargo, los que en verdad han estado detrás de estas atrocidades siguen impostando el título de Tiranos Mundiales, declarando la guerra a quien les plazca con intereses económicos y políticos, sin que nadie les diga nada.

El debate está abierto, en BBC Mundo se cuestionan el legado de Pinochet, aquí en El Kibbutz nos preocupamos por pensar en la conciencia social, política e histórica de América Latina, para evitar el surgimiento de futuros dictadores, que aunque no se levanten de manera tan egocéntrica, sí tendrán todas las posibilidades para ejercer el poder autoritario desde centros herméticos y sin duda generarán más rencor amordazado. Se recomiendan pasiones controladas, mente fría y ojos bien abiertos.





2 Comments:

  • At 12/12/2006 3:19 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Quiero hacer dos acotaciones:

    La muerte de Pinochet, no significa el fin de la derecha fascista en el país de Neruda y Miguel Littin; en el de la sal y cobre mineral y el de los buenos vinos. Por ser Chile el que recibió a los exiliados políticos del Nazismo alemán y las ideas totalitarias nacionalistas de Europa (Italia y España). Se convirtió en un germen de ideas profascistas. Por eso hoy en Santiago, su capital, existen grupos de jóvenes de extrema derecha que alaban y dan salves al general Augusto Pinochet.

    El autor de esta columna, algún día me dijo: Lo bueno de las dictaduras es que generan esa movilización clandestina en el pueblo para buscar su libertad, es decir, organización de insurrección, "poniendo a pensar" a todos aquellos oprimidos de estos régimenes. ¿Será que en Colombia por tener una historia fatídica entre los dos partidos tradicionales, y un pequeña expresión breve de dictadura con Rojas Pinilla (que por cierto lo bajaron del pedastal los Godos y Liberales de apellidos renombrados para que ellos mismos fueran los próximos presidentes), ¿será por eso que Colombia es un país apáico frente a la política nacional?¿Será por eso nunca hemos encontrado nuestra identidad nacional?

     
  • At 12/12/2006 10:50 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Para nadie es un secreto que lo que le faltó a Colombia fue un golpe de Estado duro, concreto pero irremediablemente de corto plazo, como lo son las dictaduras, que por su propio peso se caen, olvidando el caso cubano, pues todavía no se ha visto su clímax. En nuestro país hemos vivido las mismas atrocidades de una dictadura, pero sin dictador y con plazo indefinido. Por eso el pueblo no ha encontrado una cabeza a la cual desear descabezar y la insurrección se limitó a secuestrar, marchar, tirar piedras y la protesta se ha vuelto una costumbre de moda y enfermedad de adolescencia.

     

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