Vendetta

FESTIVAL DE MALPENSANTES

Muchas canas y billetes

Por: Jonathan Torres

El F-10, festival conmemorativo de los diez años de la revista literaria de Colombia se celebró el pasado fin de semana en las instalaciones del Gimnasio Moderno, baluarte de la burguesía bogotana. Se trataba de una serie de conferencias y clases magistrales de gente realmente importante y por las que uno estaba dispuesto a pagar lo que fuera. El problema es que "uno" no es todo el mundo. Y "uno" pareciera referirse en este contexto a canas y élite. Es cierto que los intelectuales son minoría, y pareciera que quieren que así siga siendo.

Hablando con Antonio Caballero, renombrado ensayista, columnista y escritor colombiano, notamos que a pesar de su posición, está de acuerdo con nosotros en que los precios fueron demasiado altos, por lo que la presencia de jóvenes fue una cifra inexistente, salvo por El Kibbutz. Nos dijo eso sí, no creía que Andrés Hoyos estuviese dispuesto a quebrarse pagando semejantes participantes y conferencistas dejando las entradas gratis. El problema ahora está en pensar que tal vez esa "inmensa minoría" es un círculo hermético cuyo interés no es compartir su capital cultural sino mantenerlo solito para ellos dentro del marco del bien vestir, el bien beber, bien comer, y lastimosamente, bien pensar.

Yo no cuestiono la calidad literaria de la revista, ni estoy en la posición para hacerlo. Para mí El Malpensante ha sido la piedra angular de muchas reflexiones y base de varios escritos, el choque viene cuando me pongo a pensar que mucha gente desea acceder a este tipo de conocimientos y experiencias, pero se ven imposibilitadas por la maldita barrera del dinero.

En el slogan del festival ponen: "juntos y revueltos", ¡ah carajo!, la vaina es que los que se revuelven son todos iguales. Aquí viene un concepto que pretendía callar cuando publicamos la entrada anunciando el F-10 y que terminé diciendo: este tipo de eventos son bazares de vanidad intelectual, que por lo herméticos se reducen a satisfacer egos elitistas y oligárquicos, dejando a un lado por ejemplo, a la porción de la sociedad que me concierne, los estudiantes. Es cierto que había descuento para nosotros, pero ¡nadie fue! Aquí un regaño también para ustedes, jóvenes. Porque aquí es por parte y parte, además, para nadie es un secreto que en nuestra generación los intereses intelectuales y culturales están muy por debajo de la rumba y otros placeres.

Así que, ¿qué hacemos? Ni los jóvenes quieren ir, ni El Malpensante quiere que vayan. Y lo que es peor, los jóvenes que quieren ir no tienen dinero y El Malpensante les ayuda a regañadientes. Uno deja de tener esperanza cuando cree que no es necesaria. Yo todavía espero que en nuestra generación se despierten cerebros y almas, que la revista que aprecio tanto sepa superar esta victoria hermética y en algún momento de su futura historia desee abrir sus puertas sin miedo a ser violada. La cultura no debe ser una copa de coñac sino un campo de interlocución en el que las voces de unos muchos no sean ignoradas.

PDTA: La conferencia de Fernando Vallejo fue como todas sus intervenciones, o agrada o disgusta. Lo triste fue ver cómo al hablar de los serios problemas de nuestro país recibió del auditorio carcajadas y ojos chiquitos de la risa. Hubo quienes dijeron que fue previsible, pues en los últimos años no ha hecho más que decir las mismas cosas, entre ésos Antonio Caballero. Ahora pensemos, ¿será cierto que Fernando Vallejo se quedó sin discurso? O por el contrario, ¿cagadamente no ha tenido que cambiarlo?