El Kibbutz

Kibbutz: colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido dónde alzar la tienda final, dónde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. En la Rayuela, el cielo y la Tierra están en un mismo plano, hay que entrar al cielo a patadas, el zapato patea la piedrita, mirar al mundo a través del ojo del culo, la piedra debe pasar por ahí, llegar al Kibbutz. (Cortázar)

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2/25/2007

Reseña


El olvido que seremos

Por: Angélica Villamarín*

El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, es la vívida reconstrucción de sus memorias. A través de la mirada innegablemente personal del autor, se descubren las luchas, las alegrías, los temores y los hechos que marcaron los pasos de su familia y los propios.

Paralelo a los sucesos verídicos, se desarrolla y desenvuelve el retrato sensible de la vida del autor. Los años de su infancia, los recuerdos de su casa, su familia y su entrañable amor por su padre, Héctor Abad Gómez, figura pública y reconocida en Medellín por su posición en cuanto a la educación, la salud pública y los derechos humanos. Es él el eje central de este relato: su vida, obra y muerte, fue él la razón primera para desnudar los detalles de las vivencias del autor y para denunciar y revelar las condiciones del Medellín de la época.

Esta obra, cuyo título se escapa de un soneto de Borges, es una carga de realidad –colectiva e íntima-, que cautiva con su lenguaje sencillo y cercano y sus imágenes cándidas y accesibles.

El olvido que seremos promete una muestra, una visión palpable del país al lector ofreciéndole las vicisitudes de las batallas, guiándolo a una panorámica directa del destino casi común de hombres con ideas comprometidas al progreso de una nación fragmentada. Es un viaje a las entrañas de vidas, metas e injusticias reales de personas que existieron y poblaron los días del autor.

En el trasfondo de este tejido yace una verdad indiscutible del hombre: su caducidad, su ser efímero. Faciolince nos cuenta con sus letras cómo y cuando aprendió a vivir, a seguir y a entender nuestra conexión con el olvido; de él se tiñe siempre el ciclo que describen la vida y la muerte.

Este libro es un acto de comunión con toda persona que lo lea, porque rompe los límites de su temática y se extiende hasta las fibras emocionales del individuo. No es necesario vivir de primera mano una situación de muerte forzosa para establecer una conversación con sus páginas. Así lo dice el autor:

“Y si mis recuerdos entran en armonía con algunos de ustedes, y si lo que yo he sentido (y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con algo que ustedes también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede postergarse por un instante más […]”

El olvido que seremos es una experiencia que amerita ser vivida. Puede no ser una obra dedicada a la posteridad o a la historia, pero cumple la misión con la que el autor la creo. “Los libros son un simulacro de recuerdo, una prótesis para recordar”, versa Faciolince en sus últimos párrafos. Su obra es su manera personal de hacerle frente a la vida real y al destino que tenemos en nuestra condición humana, y la tenemos como lectores como aliciente para pensar en nuestra posición.



*ESTUDIANTE DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y PERIODISMO DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
 
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