El Kibbutz

Kibbutz: colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido dónde alzar la tienda final, dónde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. En la Rayuela, el cielo y la Tierra están en un mismo plano, hay que entrar al cielo a patadas, el zapato patea la piedrita, mirar al mundo a través del ojo del culo, la piedra debe pasar por ahí, llegar al Kibbutz. (Cortázar)

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9/22/2006

Basura Aqi

¿Por qué escuchar cuenteros ya no es un buen plan?
Por José Báez
Los cuenteros hace pocos años invadieron a Bogotá. Algunos sitios se convirtieron en espacios propicios para realizar narración oral; universidades, plazoletas, plazas, bares, teatros y parques acompañan a estos personajes, que sin la necesidad de un micrófono mantienen a un buen número de público atento a sus narraciones que después pagarán unas cuantas monedas de gratitud.

Usaquén, Maloca, Lourdes, el Parque Nacional, entre otros sitios, se convirtieron en espacios típicos de domingo de cuentería. Y no existía mejor plan que ir a escuchar cuenteros una tarde y reírse un rato, pero lo malo vino cuando como por arte de magia pulularon unos que se autodenominan cuenteros y repiten las mismas historias de los verdaderos. ¿Quién no ha ido a cuenteros y dice: ah sí ese ya la lo oí?, y llega un punto en que es jartísimo encontrarse al mismo personaje contando las mismas historias como si sufriera de una verborrea mental o falta de producción.

Lo peor no es eso, pues pareciera también que los cuenteros todos fueran primos, hermanos, o con una extraña relación familiar. Todos utilizan el mismo sonsonete paisa, llegan a las mismas moralejas (“por eso…no tiren, hagan el amor”; “por eso… no pierdan más el tiempo por que un te quiero se puede decir todos los días”… “Porque la paz no se logra en el monte, la paz se hace en casa”) así el cuento sea diferente, de pronto cambian uno que otro personaje, caen en el lugar común del acento paisa montado y un silencio que espera un bullicio de aplausos.

Y los otros, que sus narraciones se sustentan en la grosería (que particularmente me parecen mejores), y un lenguaje urbano propio, sin embargo siguen cayendo en el mismo error, la repetidera de la repetidera (como dicen los maestros). Pongámoslo así: a mí me gusta mucho la lasaña, pero si me dan lasaña todos los días, puedo llegar a odiarla totalmente, algo parecido me está pasando con la cuentería en Bogotá.

Y hay de todo tipo, groseros, borrachos, maricas, aburridos, tropeleros, gamines, gomelitos, viejos. Pero eso sí, todos dicen los mismos apuntes clásicos y aburridos que después de “La pelota de letras” de Andrés López ya se vuelven un cliché narrativo. Estoy seguro que el: “deje así” nunca se había usado tanto, si no hubiera sido por López, que también es cuentero bogotano y creó un lenguaje propio burlándose de lo común (un valor para darle). Pero no me parece que todos los cuenteros quieran ser él y salgan con el mismo “échele café”, el paseo de olla, las historias de la abejita Maya y José Miel en el televisor de tubos. Ya está bueno ¿no?

Sí me invitan a oír cuentos, ahora lo pienso dos veces antes de tomar esta decisión, y apuesto lo que sea a que la cuentería se va a convertir en el lugar común de Bogotá, (el cuento de estudiantes, tradición oral, el cuento del noviazgo, los de princesas y dragones, los de clase rica y pobre etc.) en el fetiche aburrido de los domingos. Bueno, no quiero tampoco que se acaben estos espacios tan bonitos de congregación popular que se han ganado en la ciudad, ni más faltaba. Lo que deseo es que estos narradores encuentres su personalidad, su propio estilo, su única voz. Así oírlos es ir a encontrarse con un artista único, inigualable, excepcional, extraordinario…Un verdadero juglar.
Hoy ...pa' la basura la falta de creación de los cuenteros de Bogotá que proporcionan una monótona y aburrida presentación

1 Comments:

  • At 12/12/2006 9:12 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Estoy muy deacuerdo con este artículo ya que la cuenteria en Bogotá perdio su escencia y se ha convertido en repetición de la repetidera en fin... hacer caer en cuenta a los cuenteros de bogotá que no solo es plata lo que se gana, es como dificil y saber que a la gente le encantan la groseria y bulgaridad no se niega.

     

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